Virus de inmunodeficiencia felina

El virus de inmunodeficiencia felina (VIF) es el equivalente al VIH en los gatos. Aproximadamente entre el 1 % y el 5 % de los gatos están infectados. Una vez que un gato se infecta con el VIF, el virus permanece en su cuerpo de forma persistente durante toda su vida.
Kitten lying on a table being examined by a vet

Está causada por el virus de la inmunodeficiencia felina (VIF), que afecta al sistema inmunitario de los gatos, atacando y destruyendo los glóbulos blancos o leucocitos, lo que provoca un deterioro gradual de sus defensas.

Como consecuencia, los gatos infectados con VIF son más vulnerables a otras infecciones (víricas, bacterianas, etc.,) y parásitos, y más propensos a otras enfermedades.

La inmunodeficiencia felina es una enfermedad que no tiene cura, una vez que el gato es infectado permanecerá con el virus toda su vida.

 

El virus de inmunodeficiencia felina (VIF)

Podríamos decir que el VIF es el equivalente al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), y causa signos similares a los de SIDA en personas, por eso a veces se habla de “sida felino”.  Realmente son virus muy similares, aunque son específicos de especie. Esto significa que el VIH solo puede infectar a las personas y el VIF solo a los gatos.

 

¿Cómo se propaga el VIF?

La vía de contagio principal es la saliva, generalmente a través de mordeduras de gatos infectados a gatos sanos. La saliva de un gato infectado contiene gran cantidad de virus y un solo mordisco puede provocar la transmisión de la infección. La transmisión también puede tener lugar, sin agresiones, a través del acicalamiento o al compartir bebedero y comedero, pero es menos probable, ya que el virus fuera del organismo se inactiva rápidamente.

Los gatitos pueden infectarse al nacer, probablemente a través de la carga de virus presente en la leche materna. 

Los gatos menores de 4 meses que han dado positivo, se deben volver a testar a los 6 meses, ya que puede haber sido un falso positivo. En este caso habría ingerido anticuerpos en la leche de su madre, pero no habría sido infectado por el virus.

 

Las fases de la enfermedad

La inmunodeficiencia felina suele presentar diferentes fases que se pueden identificar por los signos que presenta cada una de ellas:

  • Primera fase. Durante los 2-4 meses posteriores a la infección, con fiebre y aumento de los ganglios linfáticos.
  • Segunda fase. Una vez superada la primera fase entran en la segunda, en la que aparentemente están sanos, y puede durar varios meses e incluso años.
  • Tercera fase. Con signos causados por el efecto directo del virus y la incapacidad del gato para luchar contra otras infecciones, debido al deterioro de su sistema inmunitario, siendo más propenso a otras infecciones y enfermedades secundarias. 

¿Cuáles son los signos de la inmunodeficiencia felina?

Un gato infectado con el VIF puede presentar varios síntomas diferentes, aunque son muy inespecíficos, es decir, que otras enfermedades pueden presentar cuadros clínicos similares. Algunos de los más comunes son estos:

  • Pérdida de peso
  • Fiebre
  • Vómitos y diarrea
  • Letargo
  • Conjuntivitis
  • Inflamación de las encías

También se suele observar la aparición de enfermedades de manera recurrente, señal de que su sistema inmunitario no está funcionando correctamente.

Si notas que tu gato presenta debilidad, fiebre, falta de apetito, pérdida de peso u otro de los signos anterior, contacta con tu veterinario para que pueda atenderle lo antes posible. 

Actualmente no contamos con vacunas autorizadas para prevenir la enfermedad, por lo que evitar el contagio es la única medida preventiva que podemos adoptar. Debemos impedir que se peleen con otros gatos controlando sus salidas, sobre todo de noche, que es cuando se producen la mayoría de las peleas. Si tenemos más de un gato en casa y alguno resulta positivo podemos optar por realojarlo en un hogar sin otros gatos o si decidimos quedárnoslo, asegurarnos de que no comparta comedero con los otros gatos.

 

¿Existen pruebas para detectar si mi gato tiene el VIF?

El veterinario podrá determinar si tu gato o gatito se ha infectado con el VIF a través de varios sistemas de test disponibles para el diagnóstico de la infección por VIF. Algunos se pueden realizar en la clínica y otros se envían a laboratorios especializados. El método más utilizado es un test de anticuerpos, que con una sola gota de sangre y en pocos minutos puede confirmar o descartar la infección.

 

¿Cuál el tratamiento?

A día de hoy seguimos sin una cura definitiva para la inmunodeficiencia felina, por lo que el tratamiento de los gatos infectados con VIF va dirigido a estabilizar al animal, combatir los signos clínicos y proporcionar la mayor calidad de vida posible.

Si se producen infecciones u otras enfermedades secundarias el veterinario indicará los tratamientos correspondientes. Un cuidado rápido y efectivo será esencial en un gato positivo a VIF, ya que están inmunodeprimidos.

Así mismo el veterinario podrá recomendar chequeos periódicos, una alimentación adecuada a sus necesidades y un plan de vacunaciones y desparasitaciones adaptado.

Hay que recordar que, aunque no hay un tratamiento específico frente al VIF sí es posible ayudar a un gato positivo a VIF a mantenerse más fuerte y más “sano”.

 

Cuidados a largo plazo

La primera medida que puede recomendar el veterinario con el fin de no diseminar más el virus, así como de limitar la exposición del gato infectado con VIF a agentes infecciosos, es mantenerlo en el interior de casa.

Por otro lado, se recomienda esterilizar a estos gatos ya que los gatos esterilizados son menos proclives a salir a merodear por el exterior y relacionarse agresivamente con otros animales.

Un alimento completo y equilibrado adaptado a sus necesidades será esencial para ayudar a mantener una buena condición corporal.

Un programa de control antiparasitario tanto externo (pulgas, garrapatas) como interno (parásitos intestinales) y una buena vacunación rutinaria siguiendo las pautas del veterinario son importantes para el cuidado general del gato infectado con VIF.

Por último, se deben hacer chequeos periódicos con la frecuencia que indique el veterinario con el fin de valorar su estado general y detectar cambios en su salud de una manera precoz que permitan una actuación temprana y más efectiva.

 

Maine Coon adulto de pie en blanco y negro sobre un fondo blanco

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