El juego del gato
Debido al juego los cachorros llegan a establecer los ajustes oportunos entre ciertas sensaciones que llegan del mundo exterior y su organismo; es decir, el juego mantiene en perfecto estado de alerta a los cinco receptores fundamentales del animal –vista, oído, olfato, gusto y tacto– y permite una extraordinaria coordinación de todos los mecanismos.
Juego durante toda la vida
Cuando el ser humano incorpora a ciertos animales a su entorno, normalmente intenta que éstos mantengan una continua “niñez”; por ello, el hombre quiere que su gato sea siempre un cachorro, que lo necesite, que demande, acepte y busque sus manifestaciones de cariño.
Dicho intento por mantener el comportamiento de la etapa juvenil de las mascotas se consigue tanto por la convivencia en los entornos humanos como por la total dependencia del hombre. Por ello, un gato en cualquier etapa de su vida puede seguir manifestando comportamientos infantiles, entre los que está el juego.
Hoy día todos los especialistas asocian el juego con el bienestar del animal, incluidos los cachorros, dado que los gatos juegan cuando están tranquilos, cuando ninguna otra necesidad (alimenticia, territorial, etc.) les preocupa ni requiere de su plena atención.
El juego preferido de los gatos es perseguir objetos en movimiento. Tan importante es esta actividad lúdica de persecución, acecho y caza, que cuando no dispone de estímulos de juego pueden aparecer problemas. A este respecto, no son pocos los propietarios que llegan a las consultas veterinarias quejándose de los arañazos y mordiscos que su gato les propina de forma sorpresiva cuando caminan por el pasillo de su casa. Sin embargo, dicha conducta inadecuada del gato se solucionaría fácilmente aportándole más momentos de entretenimiento.
Beneficios del juego
- Ejercicio. El juego es vital para mantener un estado sanitario correcto, entre otras razones porque va unido al ejercicio; por ello, podemos concluir que el juego aporta salud.
- “Ansiolítico”. Los felinos caseros pueden padecer de estrés y ansiedad, cuyos efectos indeseables ellos combaten de varias formas. Una de ellas es el atusado propio, que aporta calma y relajación; otra es el juego, que le permite no verse afectado por la depresión y la letargia de una vida en un entorno cerrado.
- Estimulación. Un gato necesita estímulos, así que si no los tiene, los busca. Lo puede hacer mirando a los pájaros a través de los cristales, incluso “atacando” a los pies de su propietario o de cualquier otra forma. El fin es bien claro, el juego aporta estímulos y nuevos escenarios en su rutina diaria.
¿Qué juegos?
Debemos tener muy presente que la intervención del propietario facilita el interés del gato por el juego. Por ello, en nuestra mano está aportar opciones adecuadas tanto en el caso del animal que vive en casa como en los que disfrutan de acceso al exterior.
Dentro de casa
Juguetes especiales. Para los animales caseros debemos buscar aquellos juguetes especialmente pensados para los gatos, disponibles en las clínicas veterinarias y en las tiendas especializadas. Entre ellos existen infinidad de juguetes que podríamos denominar de persecución: atados a cordeles, con y sin pilas, con forma o no de animales… Este sería el caso de los juguetes interactivos, aquellos que empleamos para jugar con nuestros gatos (plumeros, cañas, etc.) y que resultan muy recomendables, dado que obligan al propietario a participar en este juego, lo que convierte este acto en un momento especial para el gato, que disfruta a la vez de la presencia del dueño con tan divertido y necesario momento lúdico.
Árboles rascadores. Si bien los árboles rascadores no son en sí juguetes, las distintas alturas y texturas de las plataformas los convierten en los favoritos de los gatos, ya que desde esa posición privilegiada observan su territorio, valoran los movimientos de todos los integrantes de la familia, se sienten protegidos y, a la vez, encuentran en este elemento de su particular decoración la mejor textura para el afilado de sus uñas. Para que el gato disfrute al máximo es mejor colocar el rascador cerca de una ventana, cerrada, por supuesto, para que el gato tenga más cosas que observar.
Nunca con las manos. Una cosa primordial a la hora de jugar con nuestro gato es que no debemos olvidar que nuestras manos no entren en contacto directo con él. El gatito debe aprender que la mano le acaricia pero que no es un objeto de juego; si no le acostumbramos desde pequeño, esos leves mordiscos y soportables arañazos cuando son cachorros se convierten en un auténtico problema difícil de eliminar cuando son adultos. Por ello, siempre utilizaremos un objeto adecuado para desarrollar el instinto de caza/juego de nuestro gatito, de ahí la importancia de los juguetes interactivos a que hemos aludido antes.
Fuera de casa
En primera instancia, podemos considerar que un gato con acceso al exterior es un privilegiado felino, ya que en una terraza o jardín se enfrenta al más divertido de los juegos, la caza; sin embargo, estas salidas pueden entrañar peligros.
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