Las revisiones veterinarias y el gato adulto

Los gatos son autosuficientes e independientes por naturaleza, y a veces, pueden llegar a ser distantes. Se asean solos, pueden regular ellos mismos su alimentación y no necesitan salir a la calle para hacer sus necesidades.

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Sin embargo, esos rasgos de independencia pueden jugar en su contra en cuestiones relacionadas con su salud. Algunos propietarios tienden a pensar que, si el gato se encuentra mal, se lo hará saber.

Encuestas realizadas por la Asociación Estadounidense de Medicina Veterinaria (AVMA, de sus siglas en inglés American Veterinary Medical Association) muestran que, prácticamente, 1 de cada 10 propietarios nunca llevan a sus gatos al veterinario, y el 27 por ciento solo lo hace cuando cree que está enfermo. La AVMA afirma que eso equivale a 20 millones de gatos domésticos que no acuden nunca al veterinario si no están enfermos.

Sin embargo, al igual que las personas, los gatos necesitan revisiones médicas con cierta regularidad para poder garantizar su salud actual y futura. En una primera revisión, tu veterinario puede realizar un chequeo de referencia del estado de salud de tu gato y detectar cualquier cambio alarmante durante su crecimiento y madurez. En cada visita de revisión, que puede durar entre 15 y 30 minutos, el veterinario seguirá una rutina habitual de exploración.

  • Revisión por palpación. El veterinario palpará el cuerpo de tu gato desde la cabeza hasta la cola, detectará cualquier posible bulto o protuberancia, revisará sus músculos e inspeccionará su pelaje. Le mirará los oídos en busca de cualquier signo de infección o parásitos externos como pulgas, garrapatas, ácaros o tiña. La revisión también ayudará a que el veterinario detecte si tu gato tiene algo de sobrepeso o padece obesidad.

  • Inspección en profundidad de la boca. Tu veterinario revisará el interior de la boca del gato. Los problemas dentales pueden predecir problemas de salud más graves como infecciones o desórdenes de la alimentación. Una revisión de la salud de tu gato puede revelar tumores, piezas dentales sueltas o infección de las encías.

  • Revisión en la parte trasera. Sí, no te sorprendas cuando tu veterinario le tome la temperatura a tu gato por el recto. Este gesto tan sencillo puede alertar de inmediato sobre cualquier posible problema oculto que, de otro modo, no se podría detectar. En algunos casos, es posible que tu veterinario también solicite un análisis de orina, mediante el que revelar algún posible problema del rendimiento de los riñones o de la salud de la vejiga. Por último, es posible que también quiera tomar una muestra de heces para descartar la presencia de parásitos internos como ascárides, helmintos y tenias o microbios como giardias o coccidios.

  • Una buena sesión de escucha. Tu veterinario también utilizará el estetoscopio para escuchar los pulmones y el corazón del gato. Con esta revisión, se pueden revelar problemas en los latidos del corazón o afecciones respiratorias. Tu veterinario también querrá escucharte a ti: ¿Qué preguntas tienes? ¿Has observado algún comportamiento distinto en tu gato que te haya desconcertado? ¿Han cambiado sus hábitos de alimentación o su dieta? ¿Qué tipo de ejercicio hace? Recuerda que tú eres quien mejor conoce a tu gato y quien puede detectar cualquier cambio en su comportamiento. Comunicar estos cambios de comportamiento al veterinario es muy importante para ayudar a diagnosticar enfermedades.

Reservar el tiempo necesario para las visitas al veterinario es tan importante para tu gato como lo es para ti o para tus hijos. De hecho, no es una mala idea que las programes todas en la misma época para tenerlas en mente.

Convertirlas en un hábito también hace que sean menos molestas. Si solo vas al veterinario cuando tu gato está enfermo, la visita se convierte en algo estresante. Un poco de preparación antes de ir al veterinario puede rebajar su nivel de estrés, el tuyo y el de todos los animales que os encontréis de camino. Por ejemplo, ¿tu gato solo ve el interior del coche para ir a la clínica veterinaria? Quizás un paseo ocasional en coche podría ayudar a romper la asociación entre el coche y la exploración y las inyecciones del veterinario.

Dejar el trasportín a la vista para que el gato pueda usarlo como un lugar alternativo en el que echar la siesta, también puede facilitar que quiera meterse dentro cuando tengáis que salir de casa. Usar mantas o toallas familiares, que tengan el olor de vuestro hogar, también ayudan en gran medida a aliviar el estés.

Pero, la preparación no acaba aquí. Antes de programar la visita, piensa en todas aquellas preguntas que te gustaría plantear al veterinario. Tú y tu veterinario formáis el mejor equipo para proteger la salud de tu mascota. Prepara con antelación una lista de preguntas igual que lo harías con tu médico de cabecera.

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Recomendaciones:

  • Protege la salud de tu gato con revisiones veterinarias regulares.
  • Programa las revisiones de tu gato en las mismas fechas que las tuyas.
  • Prepara con antelación tus preguntas.

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